martes, 8 de julio de 2008

La nueva torre de Babel

En el capítulo 11 del Genesis se habla de un proyecto de la humanidad: la construcción de una torre que llegara al cielo. Una imagen verdaderamente fascinante. La torre de Babel. Dicha torre representa al hombre trabajando en común para conquistar el mundo y someterlo. Sin embargo, Dios entiende el peligro de esta empresa y la detiene. Confunde los lenguajes de los hombres, que a partir de este impedimento comunicacional, pierden efectividad y fallan. No pueden continuar la construcción.

El mundo conocido lo inventamos después. Y sobre esas diferencias construimos las culturas invisibles. El lenguaje funcionó allí como una herramienta. Una herramienta que de un modo puntual se relaciona con los objetos que apunta: el conjunto de todas las cosas existentes y no existentes. La educación tradicional y la otra se apoyan sobre esta facultad inaudita del lenguaje de mencionar y sobre el supuesto de la comprensión del lenguaje, sobre la creencia de la existencia de una base epistemológica común. De hecho, la comprensión es una condición necesaria para la educación. Sin ella no puede haber enseñanza ni aprendizaje.

Desde hace algún tiempo, la construcción de nuestros saberes atraviesa espacios de alta complejidad. La profunda especialización de las disciplinas académicas y la división del trabajo intelectual agravan la diferencia entre los criterios para distinguir el mundo y las cosas. La comunicación y traducción entre paradigmas de la realidad diferentes resulta una empresa casi imposible. Pero la situación es todavía peor. Incluso hacia el interior de una propia disciplina, presuponiendo un paradigma único, se puede observar que los propios expertos no pueden entenderse apropiadamente y fallan en estimaciones y cálculos. Los avances tecnológicos multiplican la posibilidad del éxito y la confusión. ¿Cómo construir juntos el conocimiento con este panorama?

El paradigma colaborativo respecto de la producción de conocimiento es heredero de esta problemática. La incomprensión se arrastra por doquier en plataformas virtuales y analógicas. Consideremos un ejemplo actual, la conocida idea de meme. Una idea exitosa que se repite y se difunde. Cuando ocurren publicaciones atractivas, éstas son reproducidas constantemente por lectores en diferentes medios. ¿Pero estas “repeticiones” pueden pensarse como tales? El que aprecia la meme no necesariamente afirma su aceptación sobre la comprensión de la idea del autor sino sobre una evaluación de orden personal y subjetiva. La mera repetición emboza este proceso complejo de evaluación y difusión donde pareciera que todos comprendemos lo mismo. ¿Verdaderamente es así?

El desafío de la educación hoy implica trabajar sobre un programa colaborativo que allane o tienda a restringir las dificultades que presenta la comunicación. Construir una nueva torre de Babel etérea pero más fundamental que la anterior. Esta vez, hecha sólo de palabras.

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